miércoles, 25 de junio de 2014

Cómo influye el consumo de alcohol en la fisiología del deportista






La mayoría de las personas conocen los efectos que el alcohol produce sobre el sistema nervioso, pues estos son más que evidentes (como vimos en el postanterior), pero lo que muchos deportistas desconocen es que el consumo agudo de alcohol puede interferir seriamente en los procesos hormonales que están implicados en los procesos de recuperación del deportista.

Tras la ingesta moderada-alta de alcohol se producen una serie de modificaciones en los niveles de múltiples hormonas corporales. Una de las alteraciones más conocidas, por ser muy evidente, es la inhibición de la hormona antidiurética (ADH). La ADH aumenta la reabsorción renal de agua limitando por tanto la cantidad de agua que se elimina a través de la orina. El consumo de alcohol, por tanto, provoca un aumento de la diuresis que favorece la deshidratación. Debemos recordar que la deshidratación es el primer factor limitante del rendimiento deportivo y que restablecer la correcta hidratación es el primer objetivo nutricional tras un entrenamiento y/o competición.

El alcohol interfiere en los mecanismos centrales de termorregulación, dificultando en los deportistas la capacidad de regular correctamente su temperatura corporal, disminuyendo la tolerancia tanto a las altas como a las bajas temperaturas. También induce hipoglucemia reactiva pues estimula la producción de insulina en el páncreas tras una comida rica en carbohidratos. El alcohol dificulta los procesos de gluconeogénesis y disminuye la captación por parte del músculo de los productos gluconeogénicos lactato y glicerol. Todo esto tiene como resultado una  disminución de la disponibilidad de sustratos energéticos para el músculo. 

Varias son las hormonas implicadas en los procesos de recuperación y adaptaciones al entrenamiento. Las más importantes son la testosterona y la hormona del crecimiento. La testosterona es una hormona de efecto anabólico, con importantes funciones en el aumento y mantenimiento de la masa muscular. Algunos estudios han observado que ingestas moderadas de alcohol puede producir un leve aumento de los niveles corporales de testosterona, pero ingestas elevadas, superiores a 1,5 g de alcohol por kg de peso corporal provocan una disminución dosis-dependiente de los niveles de testosterona. El alcohol a estas dosis inhibe la síntesis y la liberación de testosterona por parte de los testículos, ya que funciona como una toxina para los mismos, no presentando ninguna influencia en las señales hipotalámicas a los testículos.

En las mujeres parece que el alcohol tiene el efecto contrario, ya que produce una activación de las glándulas adrenales resultando en una mayor producción de andrógenos, pudiendo provocar alteraciones en le ciclo menstrual, problemas de fertilidad, etc., derivados del desequilibrio entre andrógenos/estrógenos.

Sobre cómo afecta el alcohol a los niveles de hormona del crecimiento, los estudios no son muy concluyentes, aunque varios han observado una reducción en los niveles plasmáticos tras el consumo masivo de alcohol.

El consumo de alcohol también produce alteraciones en los niveles séricos de cortisol. El cortisol es una hormona esteroidea sintetizada en las glándulas suprarrenales, que se libera en respuesta al estrés. Funciona como una hormona catabólica; sus funciones principales son la de incrementar los niveles de azúcar en la sangre, suprimir el sistema inmunológico y favorecer el metabolismo de las grasas, proteínas y carbohidratos para su conversión en energía. El consumo masivo de alcohol (1,75 g por kg de peso) produce una gran elevación de los niveles de cortisol en sangre, pues  induce la liberación de ACTH en el hipotálamo que a su vez estimula a las glándulas suprarrenales para la producción de cortisol. Los niveles elevados de cortisol interfieren enormemente en los procesos de recuperación muscular, favorecen la depresión del sistema inmunitario y, junto con niveles bajos de testosterona, favorece el desarrollo del síndrome de sobre-entrenamiento.

El consumo agudo de alcohol también provoca una subida de los niveles séricos de miostatina. La miostatina es sintetizada por las células musculares con un potente efecto inhibidor del crecimiento muscular. Por tanto, el consumo elevado de alcohol interfiere en el desarrollo normal de los músculos ya que la elevación de los niveles de miostatina influye negativamente en los procesos de  síntesis proteica.

La IGF-1 (o factor de crecimiento similar a la insulina) es una proteína liberada por gran parte de los tejidos corporales y, al igual que la insulina (hormona liberada en el páncreas) tiene importantes efectos anabolizantes. Ambas inician señales intracelulares de crecimiento celular y participan estimulando la síntesis proteica. Estudios realizados in vitro han observado que en presencia de etanol, la habilidad de la IGF-1 y la insulina de estimular la síntesis de proteínas musculares disminuye entre un 30 y un 60%.

Como conclusión podemos decir que el consumo excesivo de alcohol  influye muy negativamente en los niveles de señalizadores extra e intracelulares que participan en los procesos de síntesis de proteínas y en los niveles de hormonas que favorecen los procesos anabólicos y de recuperación: Esta información debe ser tenida en cuenta por los deportistas, que deben evitar la práctica de ingestas masivas de alcohol después de los entrenamientos o competiciones, relativamente frecuente sobre todo en deportes de equipo. Tanto entrenadores como educadores y personal sanitario al cuidado de los deportistas deben  realizar acciones específicas para fomentar y educar en un consumo responsable de alcohol.



Fuentes consultadas:

Federación Española de Medicina del Deporte. Uso del alcohol. http://www.femede.es/page.php?/OtrosDocumentos/UsoAlcohol

Vella LD, Cameron-Smith D. Alcohol, athletic performance and recovery. Nutrients. 2010 Aug;2(8):781-9. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3257708/

Bianco A. Et al. Alcohol consumption and hormonal alterations related to muscle hypertrophy: a review. Nutrition & Metabolism 2014, 11:26. http://www.nutritionandmetabolism.com/content/11/1/26










martes, 24 de junio de 2014

Efectos del consumo de alcohol sobre el sistema nervioso




El alcohol es un potente tóxico que puede llegar a tener un impacto muy negativo sobre la salud. En 2012 la OMS publicó un informe en el que apuntaban a que el alcohol es una de las tres prioridades en salud pública, siendo la tercera causa de enfermedad y muerte prematura en el mundo, encontrándose por delante, incluso, del tabaco.

Los efectos del consumo agudo de alcohol sobre el sistema nervioso son más que evidentes. Los síntomas dependen de la concentración de alcohol que se alcance en la sangre. A medida que los niveles séricos de alcohol empiezan a subir, el individuo presenta una primera fase de relajación, desinhibición y euforia debida a una híper-excitabilidad del córtex cerebral. A esta primera fase le sigue una fase de intoxicación caracterizada por descoordinación, desequilibrio y ataxia. Si la intoxicación continúa  puede derivar en síndrome confusional y cerebeloso que cursa con somnolencia, nauseas, vómitos, cefaleas, pudiendo llegar incluso a un estado de coma más o menos profundo y finalmente, en estados de intoxicación etílica extrema a shock cardiovascular, con parada cardio-respiratoria y muerte.

Alteración a nivel de neurotransmisores y receptores



El consumo agudo de alcohol produce alteraciones de diversos neurotransmisores y receptores que son  los responsables de varios de los efectos mencionados.

Los principales neurotransmisores afectados son la dopamina, serotonina, endorfinas, GABA (ácido gamma aminobutírico) y glutamato. Entre los receptores se encuentran el GABA A, los receptores glutamaérgicos (NMDA) y el receptor 5-HT 3.

El GABA es un neurotransmisor de carácter inhibitorio, es decir, dificulta la producción del potencial de acción de las neuronas. El alcohol se une a los receptores GABA A en un punto diferente al GABA de forma que éste queda unido al receptor por más tiempo enviando un mensaje inhibidor. Esto tiene un efecto calmante sobre el SN y entorpece el pensamiento. El cerebelo controla las funciones motoras y contiene muchos receptores GABA, de forma que en presencia de alcohol se reduce el control motriz.

El consumo crónico de alcohol produce tolerancia, ya que disminuye el número de receptores GABA, de forma que se necesita más cantidad de alcohol para producir los mismos efectos.  Los síntomas de abstinencia se pueden explicar por la pérdida de los efectos inhibitorios, combinado con la deficiencia de receptores GABA.

El glutamato es el neurotransmisor excitante más importante en el cerebro y tiene un papel muy importante en los procesos de memoria y cognición. El alcohol se une a los receptores del glutamato, de forma que impiden que este se una a su receptor, reduciendo la neurotransmisión glutaminérgica excitatoria. Como consecuencia disminuye la capacidad de memoria y la habilidad para dirigir acciones (que se llevan a cabo en el hipocampo). El consumo crónico de alcohol también provoca tolerancia ya que se bloquean los receptores de glutamato, provocando que se sinteticen más receptores adicionales.

El consumo agudo de alcohol produce una gran liberación de dopamina que fluye al centro de refuerzo del cerebro, produciendo sensación de placer y euforia. Esta sensación es la que resulta altamente adictiva.

También estimula el sistema neurotransmisor de serotonina que interviene en la regulación del estado de ánimo, los ciclos sueño-vigilia y la conducta emocional, contribuyendo a los síntomas de bienestar provocado por el consumo inicial de alcohol.

El alcohol estimula la liberación de beta-endorfinas, que son unos tipos de opioides endógenos que participan en funciones relacionadas con la regulación del  dolor y la neurobiología de las adicciones. Así, estos opioides endógenos contribuyen en gran medida a la sensación placentera que produce el consumo de alcohol y al establecimiento y consolidación de los mecanismos de adicción.

Como conclusión podemos afirmar que el consumo agudo y crónico de alcohol produce un gran impacto en las funciones del sistema nervioso central cuyas consecuencias pueden llegar realmente grave. La recomendación es siempre moderar al máximo su consumo.


Fuentes consultadas: sita m omo consecuencia disminuy5HT3acio cta emocionalnsmisiy cogniciceptores GABA. ia y se necesita m omo consecuencia disminuy


El alcohol afecta a la neurotransmisión cerebral. Revista  Adicción y Ciencia ISSN: http://www.adiccionyciencia.info/rodriguez.html


      ESTRUCH, R. Efectos del alcohol en la fisiología humana. http://adicciones.es/files/estruch.4.pdf
sita m omo consecuencia disminuy5HT3acio cta emocionalnsmisiy cogniciceptores GABA. ia y se necesita m omo consecuencia disminuy